Dichosos aquellos que tienen con quién compartir éste día, a mí...  a mí sólo me acompañan el mar y las noches de Acapulco. 

Sólo he logrado a encontrar a una vieja conocida, aquella que alguien a quien un día amé me contó que es la misma en todos los lugares y que basta alguien enfermo de amores para percatarse de su presencia... la luna, mi luna, la eterna luna, la que me ha acompañado en otros tiempos y espacios y a decir verdad en Acapulco no es distinta.

Éste sólo es un año más para la colección, donde la situación ha sido constante en los últimos tiempos, estoy solo, SIN UN AMOR, ¿los motivos?... No lo sé...

Y esto no es algo nuevo, pues los romanos ya veneraban a Cupido, el dios del amor, el mismo que para los antiguos griegos era el llamado Eros, a los cuales se les hacían ofrendas con el fin de encontrar el amor ideal.

Y es en el Siglo III, época donde el cristianismo era perseguido y donde a los soldados se les prohibía contraer matrimonio, ya que se consideraba que por estar casados y ligados a una familia rendían menos en el campo de batalla, es justamente en esta época cuando surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano quien llevaba a cabo en secreto el ritual del matrimonio, pues una prohibición de éste tipo le parecía completamente injusta.

Lo anterior le valió a Valentín ser procesado y ejecutado un 14 de febrero. Se cuenta que durante su cautiverio dio clases a una muchacha de  nombre Julia que era hija de su carcelero y después de un tiempo de convivencia, Valentín se enamoró de Julia, a la cual le envió una carta de despedida en la víspera de su ejecución; de ahí que se acostumbre enviar cartas a la persona amada.

Hoy puede ser esto considerado sólo producto del consumismo, corazones, flores, globos, tarjetas y chocolates nos siguen a donde quiera que vamos, independientemente de esto es un momento ideal para recordar un poco a la persona amada, o por qué no, pedir que llegue esa persona tan esperada. No por nada esto lo escribo mientras escucho.... Chin, ya se acabó.

Hace algún tiempo, tal vez por accidente, llegó a mis oídos la música de un "etnomúsico", como él mismo se definía.

Gran impresión me causó descubrir lo que un hombre era capaz de crear, los sonidos que podía reproducir sólo con su cuerpo. Verlo en un escenario fue sinónimo de magia; era un ritual, algo místico. Su música es reconocida alrededor del mundo y se convirtió en una figura respetada dentro del medio artístico.

Jorge Reyes falleció las primeras horas del día de hoy a causa de un paro cardiaco. Entre sus trabajos más destacados se encuentran

• A la izquierda del colibrí (1985)
• Bajo el sol jaguar (1991)
• El ánima sola (2007)

Y en 2006 participó al lado de la Señora Chavela Vargas en la creación de CUPAIMA, donde lograron combinar los sonidos autóctonos con nuestra música mexicana, dándole así un toque y y una visión completamente diferentes a nuestro folklor.

Nativo de Uruapan, Michoacán, y con estudios en la UNAM y algunos países de Europa, Jorge regresó a México para formar parte del grupo Chac Mool. 

Lo importante era experimentar, ¿por qué no mezclar el rock con algunos sonidos prehispánicos?

Sin lugar a dudas con su muerte se sufre una gran pérdida para el ámbito musical  y escénico de nuestro país.

Tu morbosidad y mi descaro fueron suficientes para una noche convertida en años y una vida llena de culpas.

Ni luna ni estrellas nos  acompañaron, no las necesitamos, sólo tuvimos la música que escucharon nuestros cuerpos... y el calor de tu mano comenzó a llenar mi vida, con una caricia sobre mi mano te metiste en mi espacio. Había comenzado tu apuesta.

Éste es un juego en el que yo no pedí participar, es un juego de tu mente, de tu vida, de tus miedos... y tú eres quien me culpa de empezar a jugar.

Y no me importa quién me escucha o quién me quiera ignorar, sé que tú me escuchas.

Hay mil palabras y no me escondo, no huyo, pero me duele porque me dueles, tu recuerdo me lastima y también me da fuerza. Y te  busco a  mi lado y ya no estás, hasta tu imagen me cuesta recordar. Ya no estás.

Calla, no hables, no mires, no escuches, no escribas, no mueras... No existas!!!

Eres un sueño que nunca alcancé a comprender, el sueño que siempre esperé se hiciera realidad y siento tu olor y puedo recordar tu cuerpo.

¡Vamos a cantar! ¿Recuerdas nuestra canción, la que cantábamos mientras nuestros brazos nos unían? También me duele, porque mis brazos se quedaron cansados y vacíos y mi boca ansiosa de tus labios. Nunca compartas tus sueños.

Tu recuerdo me pesa, tu ausencia me mata, mi mente no comprende, no responde, ya no soy dueño del reflejo que me entrega el espejo.

Sigo estando aquí, atrapado con tus mentiras, con tu falsa vida, porque cuando me hablan de ti hasta creo que me amas.

Necesito tu calor y maldigo pensar que no me amas, que nunca serás libre para amarme.

Escucho nuestra canción y es ahora cuando pienso en Dios.

Solo, despreciado, abandonado, así me dejas, y es cuando recuerdo a Dios, a mi Dios.

Y eres tú quien ahora insiste en matarme ¿Quién más podría hacerlo?

Y me matas de la misma forma que me enseñaste a amarte, con tu disfraz de inocencia y felicidad, con tu traje de falsa vida y collares de halagos, miedos y mentiras.

Hace algún tiempo una amiga me contó que cuando se le pierde algo y ya siente desesperación por no poder encontrarlo recurría a Santa Cordulita.

La verdad pensé que se trataba de una broma, pues nunca había escuchado ese nombre y me pareció hasta chistoso, pero ella me empezó a enumerar los casos en que había recurrido a ella y le había resuelto favorablemente los favores pedidos, siempre había encontrado las cosas que había estado buscando en los lugares más absurdos y todo esto después de recitar algo así como:

Eso era todo, recitar esa oración y las cosas aparecían en cualquier lugar, hasta en los que ya se había buscado.

Hace unas semanas yo estaba buscando las llaves de un candado muy importante para mí, de eso dependían muchas cosas, busqué en cada rincón de mi recámara, no podía ser posible que esas llaves hubieran desaparecido, sólo tenía cinco minutos para poder abrir ese candado y ya no tenía ningún otro lugar dónde buscar, prácticamente me estaba dando por vencido y recordé aquella plática con mi amiga y empecé a recitar la oración, más por desesperación que por confianza en sus resultados. Era la tercera vez que recitaba esa oración, abrí un cajón (según yo el primer lugar donde busqué esas llaves) y ahí estaban las llaves, pude abrir el candado y el problema se solucionó.

Días después escuché a dos personas mencionar que cuando se les pierde algo confían en Santa Cordulita, no me supieron decir quién es.

Hace dos días una amiga estaba desesperada porque no encontraba una memoria y su trabajo dependía de eso, el consejo fue el mismo: rézale a Santa Cordulita, prácticamente se burló del consejo, y cuando estaba en total desesperación por no poder encontrar su memoria repitió la oración y en menos de cinco minutos ya había encontrado su memoria.

No sé qué tanto puedan ser coincidencia estos casos, lo cierto es que hasta ahora ha dado resultado eso de pedirle  a Santa Cordulita que nos devuelva lo perdido.

Por otra parte, no he podido encontrar ningún registro de esta Santa, pues no aparece en el Santoral católico y no he podido encontrar ningún dato más, ni una imagen, nada, sólo sé que ha pasado de boca en boca como han pasado la mayoría de nuestras tradiciones y costumbres.