Oaxaca.

Año nuevo, vida nueva. Así es como reza el conocido refrán y a decir verdad no sé qué tan "nueva" vaya a ser esta etapa en mi vida, en efecto, hay y seguirán habiendo cambios, desde la forma de peinarme, las compañías, los sueños, los amores, hasta la forma de divertirnos, habrán cambios...
Ya le dijimos adiós al 2008 y todo ha quedado atrás, guardado como un grato o como un desagradable recuerdo, ya tuve oportunidad de agradecer a los que me acompañaron y a los malos momentos, pues ya ni pa' qué mencionarlos.
Ahora sólo me detengo un instante en el 2008 y es para contar un poco acerca de los últimos días del año, los cuales tuve la oportunidad de estar en el estado de Oaxaca. 


Por fin, después de mucho tiempo, logré cumplir aquella vieja y pactada cita con un lugar lleno de magia y misticismo llamado Oaxaca, el cual me enteré, debe su nombre a un árbol, del cual sus frutos son los guajes, el nombre de Oaxaca proviene del náhuatl Huaxayacac, que significa "en la nariz o en la punta de los guajes".
Mi primer encuentro real con Oaxaca, me produjo sentirme muy pequeño, pues me encontraba parado frente a un gigante y antiguo árbol de Santa María Tule, un Ahuehuete que tiene más de 2000 años y mide 42 metros de altura.
La zona arqueológica encierra el secreto de una cultura enterrada y sobreviviente después de varios cientos de años. Mitla (La Ciudad de los Muertos) y Monte Albán fueron los lugares elegidos para visitar, los paisajes son maravillosos, las ruinas sorprendentes y el calor abrasante, es necesario armarse de mucha paciencia para convivir con tanta gente, estar dispuesto a caminar mucho y tener un buen protector solar.
Los artesanos realizan verdaderas obras de arte, lo mismo plasman su arte en un tapete de lana o en los alebrijes o en las piezas de barro negro y ni qué decir de los bordados de sus ropas. 
Tuvimos que pasar una verdadera travesía para llegar a un lugar llamado 
Hierve el agua, el camino es muy feo y todo para llegar a una especie de mirador donde es posible ver una cascada petrificada, una noche anterior una turista brasileña
nos contaba con asombro lo impresionante que era ese lugar.
En el centro histórico hay música todo el día y en la noche se escuchan los sones istmeños en esas voces oaxaqueñas, son únicas. Además por las noches cientos de personas recorren las calles del Centro al compás de la banda y acompañados por coloridas mojigangas, un momento de gran diversión, además regalan tequila y mezcal a cada persona que pasa y acompaña a la multitud, una noche muy divertida.

La Catedral, otra iglesia muy grandota, no me ha parecido de las mejores, lo cual fue compensado al visitar el Templo de Santo Domingo de Guzmán, una verdadera obra de arte y muestra perfecta de un estilo barroco prácticamente extinto. El Templo de la Soledad me permitió tener un momento de descanso y sosiego, aparte de reflexionar como hace mucho no lo hacía, pues además de la devoción que tengo por la Virgen María, la discreción e intimidad de la iglesia y la presencia de algunas personas rezando el Rosario, invitan a cualquiera a detenerse un poco a pensar. 

Fue una gran sorpresa encontrarme ante una ciudad en toda la extensión de la palabra, dentro de la cual lucha por no morir un pasado rústico e indígena, éste tal vez es probable encontrarlo y admirarlo en el mercado, donde todavía es posible ver a una mujer con trenzas, vestida de colores y ataviada con sus joyas de coralina y turquesa, sentada sobre un petate de palma teñido con colores naturales, vendiendo chapulines o tlayudas.
Además una gran afluencia de turismo nacional, pero sobretodo extranjero, lo cual siempre se agradece.
Aquí he puesto algunas fotos, el resto las subiré a fickr en los próximos días.

Posted on 1/03/2009 06:04:00 p. m. by RAÚL and filed under | 2 Comments »

2 comentarios:

Anónimo dijo... @ 21:08

Me gustan las buenas vibras de tu texto aunque desde mi punto de vista parece una mezcla entre un reportaje y cosas buenas del 2008, como sea sabes que siempre admiro lo que escribes.
Verás que el 2009 viene lleno de nuevas y mejores emociones, mezclas de sentimientos sensacionales que te harán vibrar una vez más, yo se lo que te digo.... solamente recuerdalo y no me preguntes ok, deja que todo fluya y el pasado quede donde debe de estar.

Att
Mercedes

Jose Toral dijo... @ 22:44

Yo digo que no hay como el Istmo, no es que yo sea xenófobo o algo así, pero la magia de Oaxaca, al menos la que yo percibo, está en el Istmo. Basta con un par de ncohes en Magdanela Tequisistlán, bajo los mosquitos, el calor y la tierra, para saber que e Oaxaca habita un pedazo de un México no es tan conocido. Lleno de tierra, mangos, sandía y migrantes de texas.

Pensé mucho en esa tesis que dice que los habitantes de zonas tropicales son flojos porque tienen todo a la mano. Me da mucha risa, esas personas nunca han limpiado un árbol de mango, ni se han acercado a recoger limón, o han bajado un coco o han mantendio un plantío de papaya. Si lo hiciesen quizás dirían que el trabajo hace flojos a los habitantes de zonas tropicales,

HAce poco supe que tengo un primo muxe, en la zona zapoteca son respetados, pero el pueblo de mi abuela de cabecera Chontal. Los chontales no se adhirieron tanto al matriarcado, ni respetan a los muxes de forma igual que en Juchitán o Tehuantepec. No se por qué lo cuento, pero me vino a la cabeza.

Saludos