Cuento 1: Recuerdo de infancia.
Aquí dejo a su consideración el primer cuento o relato o como quieran llamarle, que escribo. Éste fue creado como post de prueba para participar en un blog y no quise que se quedara sin ser leído. A ver qué les parece.
Nunca pensé que la curiosidad de mis quince años marcaría el inicio de una nueva y definitiva etapa en mi vida.
Era como cualquiera, tenía ganas de comerme el mundo a pedazos, había toda una vida por delante para cometer errores y, claro, para corregirlos, pero eso era lo de menos. "Vive y deja vivir" siempre fue mi lema y en la intensidad de mis quince años era lo único que quería: VIVR.
Fue en la época donde el uniforme de secundaria te empieza a estorbar y de hecho te estorba todo aquello que te recuerde o te ate a tu infancia.
Nos conocíamos desde siempre, fue mi mejor amigo, mi cómplice y compañero de juegos, imposible imaginar mis primeros años sin él. ¿Su nombre? Eso ahora no importa.
Queríamos que nos pasaran muchas cosas, queríamos tener una historia qué contar, queríamos crecer, nunca imaginé que esto último doliera tanto.
Era uno de esos impredecibles y sorprendentes días de verano, y sí, nos sorprendió con una torrencial lluvia de camino a mi casa. Aún recuerdo el olor que en nuestros cuerpos dejó la lluvia. Escurríamos y para no enfermarnos era necesario cambiarnos de ropa, fuimos a mi recámara y saqué lo necesario para los dos. Conocíamos a la perfección nuestra desnudez, así que comenzamos a desvestirnos sin pudores. Sentí un golpe en la cara, me había pegado con su playera mojada, yo respondí de la misma forma y ese momento, que pintaba para ser un aburrido día nublado, se convirtió en una divertida guerra de ropa mojada. Cuando ya no teníamos nada qué aventarnos, nos decidimos a soltar golpes y debido al forcejeo que sostenían nuestros cuerpos nos caímos en la cama, yo quedé sobre él...
Silencio, las risas se acabaron...
Calma, nada, nadie se movía...
El tiempo no avanza, parece como si el tiempo se hubiera detenido, nos encargamos de detener el tiempo, era como si ambos quisiéramos que ese instante durara la eternidad.
Nos miramos a los ojos, era la primera vez que estábamos tan cerca, era la primera vez que su aliento se mezclaba con el mío, nadie dijo nada, cualquier palabra hubiera sido tonta e innecesaria, lo único que interrumpía ese sepulcral silencio era el latir de nuestros respectivos corazones que cada vez era mayor. Nuestra excitación ya no pudo ser disimulada y comenzamos por besarnos.
No me detuve a pensar si estaba haciendo bien o mal, por primera vez en mi vida obedecí a mi cuerpo, por primera vez en mi vida estaba de frente a algo que pensé que conocía: LIBERTAD.
Para ambos fue la primera experiencia sexual, ya nada volvería a ser igual, pues la inmadurez e inexperiencia de nuestros escasos quince años nos dieron a entender que amor y amistad no pueden ser depositados en una misma persona y menos en alguien de tu mismo sexo y que además es tu mejor amigo.
Sacó sus cigarros y por primera vez le acepté uno, también fue la primera vez que yo fumaba un cigarro completo. Iba a comenzar a vestirse, pero decidió regalarme los bóxers blancos y mojados que había usado ese día, yo correspondí de la misma forma y él terminó por llevarse unos bóxers azules y también mojados que no dudó en aceptar.
No sé cómo fue que sucedió, ha pasado mucho tiempo y aún no termino de explicarme todo eso.
Ahora ya he crecido, han pasado muchas cosas, ya tengo más de una historia para contar y a él sólo lo volví a ver un par de veces más.
Sigo guardando aquellos bóxers blancos como recuerdo de mi amigo de la infancia y desde ese, que fue nuestro último verano juntos, fumo como desesperado, claro, siempre compro cigarros de la misma marca de aquel que me ofrecieron después de haber descubierto el amor, después de haberme descubierto a mí.
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